El futuro ya no es esa referencia lejana que dejaba mucho tiempo para pensar en la mejor manera de abordarlo. Hace apenas cuatro meses, Klaus Schwab, director y fundador del Foro Económico Mundial (FEM) –que reúne a potencias económicas, líderes y a varios de los capitales más poderosos del mundo– advertía en Davos (Suiza) que la Cuarta Revolución Industrial ya está marchando en el mundo y “el problema está en que ni los gobiernos ni la sociedad civil serán capaces de paliar los grandes desbarajustes que ocasionará este auténtico maremoto, que tendrá importantes consecuencias económicas, políticas y sociales a nivel mundial”.
Con la discusión puesta en esta nueva ‘revolución’, por el Foro desfiló una cifra escalofriante: en la próxima década el desarrollo de las industrias impulsadas por el avance de las nuevas tecnologías pondrá en riesgo el 47 por ciento de los empleos actuales en países como Estados Unidos.